Eric Moussambani, se convirtió en los Juegos Olímpicos de Sydney en una estrella mediática. Su proeza, realizar los 100 metros libres en un tiempo fuera de lo común. Tardó más de dos minutos cuando el record del mundo no sobrepasa los 50 segundos, y hasta los nadadores de 200 metros lo superarían con facilidad.
Eric la anguila, como se le empezó a conocer en los medios de comunicación, nació en Guinea Ecuatorial en 1978. Desde siempre fue aficionado al deporte, pero la natación no llamó a su puerta hasta 8 meses antes de la cita olímpica. Sus primeras brazadas fueron en ríos repletos de caimanes, pero su ilusión de estar en una Olimpiada, le llevaron a viajar a Guinea para entrenarse en una piscina de 22 metros, en unas condiciones ínfimas.
Llegó el momento de acudir a Sydney. El glamour de la inauguración, contrastaba con las dificultades de Moussambani y muchos otros africanos para llegar hasta allí. Cuando el guineano vio por primera vez la piscina olímpica no salió de su asombro, y de su boca solo salió un escueto “No puedo”, que reflejaba su estado de ánimo.
Las invitaciones para promover que los deportistas del Tercer Mundo participen en este tipo de eventos, habían llevado a tres nadadores a luchar por un puesto en las eliminatorias de la élite. Dos de ellos realizaron una salida nula y fueron eliminados, por lo que Moussambani solo tuvo que llegar a la meta en solitario para conseguir entrar en el Olimpo de los profesionales.
La primera serie clasificatoria se convertiría en un espectáculo para todos los asistentes al Aqua Centre de Sydney. Se dio el pistoletazo de salida, y todos los competidores nadaban en un puño buscando una gran marca que les diera el pase a la siguiente ronda. Todos menos uno, ya que Eric luchaba por salir a la superficie, y con un estilo similar al perrito de los niños que aprenden a nadar, retaba a la propia piscina con el único objetivo de llegar sano y salvo a la meta. Con todo el público volcado, animando al guineano, y tras 112,72 segundos, se pudo cumplir la proeza. Sus primeras declaraciones no dejaron dudas de lo complicado de la carrera: "Los últimos quince metros han sido muy difíciles". Por méritos propios, Eric entró en la historia como el nadador más lento en unos Juegos Olímpicos, desbancando al húngaro Guttman que tardó 90 segundos en las Olimpiadas de 1896.
Desde ese momento, Eric Moussambani se convirtió en todo un ídolo de masas, la gente le conocía más que a muchos nadadores profesionales. Su vida cambió radicalmente y en su país, era el héroe nacional. Un problema de visado le impidió acudir a Atenas 2004, para demostrar al mundo que había mejorado sus registros en más de un minuto. No pudimos verlo, pero para el recuerdo quedará aquel tiempo de 112,72 segundos que dio la vuelta al mundo.
Eric la anguila, como se le empezó a conocer en los medios de comunicación, nació en Guinea Ecuatorial en 1978. Desde siempre fue aficionado al deporte, pero la natación no llamó a su puerta hasta 8 meses antes de la cita olímpica. Sus primeras brazadas fueron en ríos repletos de caimanes, pero su ilusión de estar en una Olimpiada, le llevaron a viajar a Guinea para entrenarse en una piscina de 22 metros, en unas condiciones ínfimas.
Llegó el momento de acudir a Sydney. El glamour de la inauguración, contrastaba con las dificultades de Moussambani y muchos otros africanos para llegar hasta allí. Cuando el guineano vio por primera vez la piscina olímpica no salió de su asombro, y de su boca solo salió un escueto “No puedo”, que reflejaba su estado de ánimo.
Las invitaciones para promover que los deportistas del Tercer Mundo participen en este tipo de eventos, habían llevado a tres nadadores a luchar por un puesto en las eliminatorias de la élite. Dos de ellos realizaron una salida nula y fueron eliminados, por lo que Moussambani solo tuvo que llegar a la meta en solitario para conseguir entrar en el Olimpo de los profesionales.
La primera serie clasificatoria se convertiría en un espectáculo para todos los asistentes al Aqua Centre de Sydney. Se dio el pistoletazo de salida, y todos los competidores nadaban en un puño buscando una gran marca que les diera el pase a la siguiente ronda. Todos menos uno, ya que Eric luchaba por salir a la superficie, y con un estilo similar al perrito de los niños que aprenden a nadar, retaba a la propia piscina con el único objetivo de llegar sano y salvo a la meta. Con todo el público volcado, animando al guineano, y tras 112,72 segundos, se pudo cumplir la proeza. Sus primeras declaraciones no dejaron dudas de lo complicado de la carrera: "Los últimos quince metros han sido muy difíciles". Por méritos propios, Eric entró en la historia como el nadador más lento en unos Juegos Olímpicos, desbancando al húngaro Guttman que tardó 90 segundos en las Olimpiadas de 1896.
Desde ese momento, Eric Moussambani se convirtió en todo un ídolo de masas, la gente le conocía más que a muchos nadadores profesionales. Su vida cambió radicalmente y en su país, era el héroe nacional. Un problema de visado le impidió acudir a Atenas 2004, para demostrar al mundo que había mejorado sus registros en más de un minuto. No pudimos verlo, pero para el recuerdo quedará aquel tiempo de 112,72 segundos que dio la vuelta al mundo.
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