Hijo de un inmigrante trinitense en busca de un futuro mejor, la vida de Lewis Hamilton no ha sido nada sencilla. A comienzos de 1985, nacía en Inglaterra el “Tiger Woods” de los circuitos. El sacrificio de su padre por satisfacer las aficiones de su hijo, permitió que a los 10 años, Lewis comenzara a competir en carreras menores de karting, donde conquistó sus primeros títulos.
Con 11 años, en una gala automovilista, Hamilton pidió un autógrafo a Ron Dennis, el mandamás de Mclaren y le preguntó con un descaro impropio de su edad, que si algún día podría correr para él. La respuesta fue muy clara: “Llámame dentro de nueve años”. Y no hicieron falta tantos, porque fue el propio Dennis el que fue a por el corredor, cuando su progresión en karting era ya muy notable.
Así empezó la relación casi paterno-filial de Dennis y Hamilton, que todavía sigue muy vigente. Tras un tiempo formando parte de las jóvenes promesas de Mclaren-Mercedes, decidió probar suerte en distintas categorías, para lograr tarde o temprano su objetivo final de llegar a la Fórmula-1. En todas las competiciones en las que participó fue uno de los destacados, por lo que tras hacerse con el título de GP2, el segundo escalón de este deporte, estaba preparado para dar el salto final.
Su día de gloria llegó en el primer Gran Premio de esta temporada en Australia. En un mundo cada vez más interracial, hemos tenido que esperar hasta 2007 para que un piloto de raza negra debute en la Fórmula 1. Hamilton no le da más importancia al asunto: “Para mí no significa mucho ser el primer piloto de color, pero para el deporte en sí mismo significa mucho”. Aquel histórico día, Hamilton consiguió entrar en el podio codeándose con dos pilotos de la talla de Raikonnen, y el actual campeón, Alonso, su compañero de equipo. Desde 1996 un debutante no subía al podio en su primera carrera.
Seguro que su primera dedicatoria sería para su familia: su padre, que renunció a todo por cumplir el sueño de su hijo, su hermano paralítico, todo un ejemplo para Lewis por las ganas de vivir que transmite a sus allegados, y todos las personas de color del mundo, que pueden ver en Hamilton un modelo a seguir, para poder romper las barreras que todavía quedan en nuestra sociedad.
Con 11 años, en una gala automovilista, Hamilton pidió un autógrafo a Ron Dennis, el mandamás de Mclaren y le preguntó con un descaro impropio de su edad, que si algún día podría correr para él. La respuesta fue muy clara: “Llámame dentro de nueve años”. Y no hicieron falta tantos, porque fue el propio Dennis el que fue a por el corredor, cuando su progresión en karting era ya muy notable.
Así empezó la relación casi paterno-filial de Dennis y Hamilton, que todavía sigue muy vigente. Tras un tiempo formando parte de las jóvenes promesas de Mclaren-Mercedes, decidió probar suerte en distintas categorías, para lograr tarde o temprano su objetivo final de llegar a la Fórmula-1. En todas las competiciones en las que participó fue uno de los destacados, por lo que tras hacerse con el título de GP2, el segundo escalón de este deporte, estaba preparado para dar el salto final.
Su día de gloria llegó en el primer Gran Premio de esta temporada en Australia. En un mundo cada vez más interracial, hemos tenido que esperar hasta 2007 para que un piloto de raza negra debute en la Fórmula 1. Hamilton no le da más importancia al asunto: “Para mí no significa mucho ser el primer piloto de color, pero para el deporte en sí mismo significa mucho”. Aquel histórico día, Hamilton consiguió entrar en el podio codeándose con dos pilotos de la talla de Raikonnen, y el actual campeón, Alonso, su compañero de equipo. Desde 1996 un debutante no subía al podio en su primera carrera.
Seguro que su primera dedicatoria sería para su familia: su padre, que renunció a todo por cumplir el sueño de su hijo, su hermano paralítico, todo un ejemplo para Lewis por las ganas de vivir que transmite a sus allegados, y todos las personas de color del mundo, que pueden ver en Hamilton un modelo a seguir, para poder romper las barreras que todavía quedan en nuestra sociedad.
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