El 23 de los Bulls ha sido el más grande, un jugador total. Nunca destacó especialmente por sus mates, pero aquella primavera de 1987, los espectadores de Seattle asistieron al nacimiento de un salto hecho leyenda. Desde la línea de tiro libre, y con el balón en su mano derecha, sobrevoló la zona para llegar a machacar de una manera sobrenatural.
Al año siguiente, en otro concurso memorable contra Dominique Wilkins, también volvió a realizar esta obra de arte, quizás en la mejor competición de todos los tiempos.
Su característica lengua demostraba que aquello iba a ser un mate recordado por siempre. Muchos otros lo han intentado, pero siempre dan el salto un paso más adelante, porque el original solo fue posible gracias a un extraterrestre, venido de otro mundo para hacernos disfrutar del mejor baloncesto del mundo. I love this game!!!
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